Los gatos pueden infectarse del virus, pero no lo transmiten a los humanos.
Son muchos los animales que contribuyen a la investigación científica, pero pocas veces llegamos a conocerlos. Esta vez sí. Hace pocos días hemos sabido de la gran contribución que ha hecho Negrito, un joven gato de Badalona, que ha ayudado a los científicos a disipar unas cuantas dudas sobre los efectos del coronavirus.
Negrito era un gato de cuatro años que convivía con su familia, en Badalona. En mayo comenzó a presentar complicaciones respiratorias graves. Inmediatamente saltaron las alarmas, puesto que en la familia había un caso fatal de covid-19. En el Hospital Veterinario Sant Mori de Badalona se le detectó una patología cardíaca, pero a pesar de los esfuerzos, al final, se le tuvo que aplicar eutanasia.
La necropsia, según informa la Agencia Sinc, reveló que el felino padecía una cardiomiopatía hipertrófica felina y lo más importante, que su muerte no fue causada por el coronavirus. El animal estaba infectado, pero con una carga viral muy baja y residual.
Era un caso apasionante, así que investigadores del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA), del IrsiCaixa, el Barcelona Supercomputing Centre y veterinarias de Sant Mori se propusiero llegar hasta el fondo. Y sus conclusiones han recorrido medio mundo.
Los gatos son víctimas colaterales
Tanto en el caso de negrito como el de otro gato que convivía con la familia se han encontrado anticuerpos, partículas que se unen al virus y que lo bloquean. O sea, que los gatos poseen un sistema inmunitario a prueba de SARS-CoV-2.
Los análisis genéticos prueban que Negrito se contagió del miembro de la familia que había padecido covid-19. Sin embargo él no lo contagió a ninguna otra persona. Hasta ahora no hay evidencia alguna de transmisión de gatos a humanos. Más bien al revés, los gatos pueden ser víctimas colaterales, como el pobre Negrito. Y son una de las claves para encontrar una solución.
