Loe herederos del taller de chapa han construido un imperio a base de futbolines.

Loe herederos del taller de chapa han construido un imperio a base de futbolines.

Pues sí. ¿Quién lo iba a decir? En las empresas más digitales del mundo, como Google, Spotify o Microsoft los trabajadores juegan al futbolín o al billar, en sus ratos libres. Y lo hacen con muebles presenciales, no virtuales. Un mobiliario que, además, se fabrica en Viladecans, en las instalaciones de RS Barcelona, la empresa que ha colocado estos clásicos juegos en la meca de la industria digital.

Los orígenes de esta empresa familiar se remontan a un pequeño taller de chapa metálica fundado en 1975 por Rafael Rodríguez Castillo. Allí nació el primer producto, el futbolín RS2, una idea para sacar este tipo de productos de garajes y sótanos e integrarlos en salones y oficinas. En la línea de los nuevos tiempos. La marca RS Barcelona nació en 2006, cuando la empresa comenzó a trabajar con la mítica tienda de muebles y objetos de diseño Vinçon de Barcelona.

Pues bien, ahora la antigua planchistería factura cinco millones de euros y sus principales clientes están e Estados Unidos. Google, Microsoft, Spotify, pero también Mastercard, el Manchester United o el gigante de los espacios de trabajo WeWork.

EL SECRETO DEL ÉXITO

Actualmente, al frente del negocio están los hijos de su fundador, Rafael Rodríguez y Sergio Rodríguez, que también diseñan mesas de ping-pong billares, siempre pensando en cómo darle más valor a algo tan sencillo como un juego. Porque ese es precisamente su secreto, y lo que podemos aprender de esta historia: sus productos no son simples muebles o mesas de juego al uso. Mediante el diseño se convierten en piezas únicas que se integran en el espacio y con el resto del mobiliario. Un ejemplo es la mesa-futbolín RS2 Dining, creada en colaboración con el chef José Andrés y el diseñador Juli Capella, que actualmente forma parte de los restaurantes Jaleo de EE. UU.

Jaleo Tapas Bar by Jose Andrés.

Ahora todo suena guay y sofisticado, pero recordad que todo empezó en un pequeño taller de chapa metálica.

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