Las modistas se han reciclado fabricando mascarillas quirúrgicas e higiénicas.

Las modistas se han reciclado fabricando mascarillas quirúrgicas e higiénicas.

El sector textil ha cobrado especial valor durante la crisis del covid-19. De repente, hemos echado en falta empresas nacionales capaces de fabricar equipamiento sanitario, incluso algo tan aparentemente sencillo como mascarillas quirúrgicas o batas. Las modistas, a menudo menospreciadas, han aprovechado para reivindicar su oficio, aunque sea a nivel local y con muy pocos recursos.

En Nou Barris y Sant Andreu un grupo de veinte mujeres se han organizado en la red, Dones amb Força, que ha fabricado y entregado ya 4.000 mascarillas. Lo han hecho  aprovechando el espacio y las máquinas cedidos por la Fundació Pare ManelDiomcoop o la Fundación Ared son otras dos iniciativas socioempresariales que se han sumado a la producción de mascarillas anticovid-19. O Back to Eco, que apuestan por un textil local y sostenible. Incluso pequeños talleres de costura de Nou Barris y Sant Andreu se han reconvertido para mantener vivos sus negocios, como Pilar Cantons, Bibian Blue, Gladys Cuesta o Lorak, La Soste o el Grupo de Costura de Ciutat Vella.

Más allá de la solidaridad de todos, es importante garantizar a las modistas unos ingresos mínimos puesto que, al margen del cierre forzoso de muchos negocios durante el estado de alarma, son trabajadoras que se ven obligadas a trabajar en la economía sumergida.

Esperemos que, pasada la tormenta, no olvidemos el valor que algunos oficios menospreciados pueden llegar a tener en el futuro, o incluso en el presente.

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