Albert Alexandre, Roberto Tierz, Josep Fornés i Sergi Osete. Foto: Joanna Chichelnitzky

Si tuviéramos que ajustarnos al sentido etimológico del concepto ‘cultura popular’, lo cierto es que la definición que nos saldría sería bastante amplia. Sin embargo, buena parte de la cultura que tiene lugar en la ciudad de Barcelona quedaría fuera. La palabra ‘cultura’ viene del latín y significa ‘cultivo’, y la palabra ‘popular’, de la misma lengua, significa ‘pueblo’. Por tanto, estamos ante lo que cultiva el pueblo para el pueblo.

Hace pocos días, durante la última conferencia del ciclo ‘Cultura de Barri’, que ha impulsado Línia con el apoyo del Institut de Cultura de Barcelona (ICUB), se trataron la importancia, las fortalezas y los retos de este tipo de cultura. Para la ocasión, Espai Línia acogió a tres invitados que conocen como nadie qué es la cultura popular: Roberto Tierz, promotor cultural y que ha regentado la sala Sidecar durante cuatro décadas; Josep Fornés, antropólogo y activista cultural, fuertemente vinculado al movimiento asociativo del barrio de Gràcia; y Sergi Osete, miembro de los Diablos de Les Corts y expresidente del grupo entre 2014 y 2022.

Los tres dieron su propia definición sobre lo que es la cultura popular y coincidieron en que se trata de un concepto amplio. «Aunque no venimos de la tradición, como los diablos, salas como Sidecar son la cultura popular de nuestros días», afirmó Tierz, que recientemente ha anunciado que traspasa la sala que fundó. Por su parte, Fornés señaló que «poner adjetivos a la cultura supone despreciar ciertas expresiones culturales» y reconoció que la popular siempre ha estado vinculada a la «subalternidad». Sin embargo, aseveró que «la cultura o es popular o no es cultura, porque es lo que gusta a la gente… Si no es así, es mercado». Por último, Osete consideró que la cultura popular debe ser «accesible, inclusiva, a un precio razonable y en los barrios».

Josep Fornés durante una intervención. Foto: Joanna Chichelnitzky

Masificación y turismo

Barcelona es uno de los principales destinos turísticos del mundo. La cultura popular en la ciudad, como tantos otros aspectos, se ha visto afectada por ese fenómeno. «El turismo ha cambiado los barrios, y en el caso de la sala Sidecar, las posibilidades de hacer cultura de base han desaparecido, porque en el centro de Barcelona no hay vecinos», lamentó Tierz.

Sin embargo, Fornés no quiso focalizar el problema en los turistas de forma individualizada. De hecho, el antropólogo señaló que a Barcelona le ocurre como a muchas otras ciudades que están viviendo una «festivalización del espacio público». «Es el pan y el circo de los romanos», añadió el experto.

Por contra, Osete aseguró que esta masificación está teniendo, tristemente, un impacto positivo para Les Corts. «La gente está huyendo del centro y cada vez viene más al barrio», dijo. Esto, conjugado con un fortalecimiento del músculo asociativo de Les Corts, hace que hoy este barrio tenga unas «fiestas más fuertes y con mucha participación de los vecinos». Sin embargo, Osete afirmó que ya se prepara para el momento que, como han vivido Gràcia o Sants, las fiestas de Les Corts se masifiquen.

Sergi Osete es miembro de los Diablos de les Corts. Foto: Joanna Chichelnitzky

Grandes eventos

Barcelona es también una de las ciudades del mundo con más macrofestivales urbanos. Estos, a su vez, se suman a las muchas celebraciones de gran formato que se realizan en la calle. En este sentido, el miembro de los Diables de Les Corts señaló que en la Mercè la «masificación es evidente». «Los turistas desconocen qué está programado y el sentido de lo que se celebra, y el propio Ayuntamiento no ha hecho lo suficiente para explicar qué es la cultura popular», dijo. «El correfoc de la Mercè es un show turístico», añadió.

Roberto Tierz: «Nosotros no necesitamos los grandes festivales, pero ellos sí que nos necesitan»

En la misma línea, Tierz señaló que hay que distinguir muy claramente la cultura popular de eventos como «el concierto de Coldplay». «Están hechos para que grandes empresas vendan tickets y forman parte de una industria que no es la mía», aseguró. A su juicio, la cultura popular se hace desde «la base» y con una intención que no busca tanto «el negocio». De hecho, Tierz quiso romper una lanza a favor de propuestas como Sidecar. «Nosotros somos muy necesarios y no necesitamos los grandes festivales, pero ellos sí que nos necesitan, porque los artistas se forman en salas como Sidecar», dijo. «Tú no pasas de una escuela de música en el Primavera Sound», puntualizó.

Fornés, por su parte, afirmó que «el sistema capitalista prioriza los grandes eventos para que generen dinero».

Recientemente, Roberto Tierz ha traspasado la sala Sidecar. Foto: Joanna Chichelnitzky

La relación con las instituciones

Sin inversión, venga de donde venga, es difícil que una expresión cultural perviva en el tiempo. Por eso, los tres ponentes criticaron el papel que desempeñan las instituciones en la promoción de la cultura. «Nosotros tenemos un presupuesto anual de 2.000 euros de subvenciones y solo para salir a quemar nos gastamos 1.000», se quejó Osete.

Sergi Osete: «La cultura popular no está ni acompañada ni subvencionada, porque no genera beneficios económicos»

El de los Diables de Les Corts también puso como ejemplo las fiestas de la Mercè, donde cerca de 50 colles actúan y solo reciben una subvención de 25.000 euros. «La cultura popular no está ni acompañada ni subvencionada, porque al no generar beneficios económicos a la ciudad no es tan interesante para el Ayuntamiento», dijo Osete.

También se mostró muy contundente Fornés. «No podemos tolerar que la cultura popular sea una cultura cutre, si es que lo es, y por eso hay que dotarla de recursos», señaló. Asimismo, aseguró que la ley prioriza los grandes eventos, ya que «es más fácil recibir subvenciones cuando pides cuatro millones de euros que si pides 1.000».

La charla cerró el ciclo ‘Cultura de Barri’. Foto: Joanna Chichelnitzky

«Una puerta de entrada al barrio»

En cuanto a la presencia de personas recién llegadas y mujeres en la cultura popular, los tres ponentes se mostraron optimistas. Osete, por ejemplo, afirmó que la cultura popular se define por ser «una puerta de entrada al barrio, la lengua y la cultura para la gente que llega a la ciudad». Asimismo, reconoció que, «desde siempre, en el grupo ha habido mujeres, aunque no siempre se las ha escuchado».

Josep Fornés: «Cuanto más te alejas de la base, más machista y racista es la cultura»

Fornés afirmó que las Fiestas de Gràcia están gobernadas por mujeres y añadió que el movimiento asociativo tiene personas de «todos los orígenes». «Cuanto más en la base estás en términos culturales, más igualdad hay, más te pareces a la sociedad real», remachó el antropólogo, quien, sin embargo, señaló que todavía queda un largo recorrido por incorporar la población migrante en este ámbito y por abandonar el machismo que impera a toda la sociedad. «Cuanto más te alejas de la base, más machista y racista es la cultura, porque la cultura de base es una buena vacuna contra esto», concluyó.

Según Tierz, en la sala que ha regentado durante décadas la situación no es distinta. «Nos nutrimos de artistas de Barcelona, ​​pero hay personas recién llegadas que también tocan en una sala que desde hace tiempo está programada por Fátima Tellado», dijo.

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