Luis del Castillo es profesor de FP en el Institut Esteve Terradas de Cornellà

Luis del Castillo es profesor de FP en el Institut Esteve Terradas de Cornellà

Qué poco se imaginaban los alumnos de segundo curso de ciclos formativos de l’Institut Esteve Terradas que acabarían el curso vendiendo su propia bebida energética, Dynamic. Lo que comenzó como uno de tantos proyectos sobre el papel se ha convertido en el mayor experimento educativo de FP de los últimos años. Una auténtica revolución, a tenor del impacto que ha tenido en la Generalitat. Y todo porque a Luis del Castillo, el profesor, le pidieron que innovara. Y, él, innovó. Eso sí, los auténticos responsables son sus alumnos, que no sólo le siguieron el juego, sino que llegaron mucho más lejos de lo que preveía el profe.  Esta es la historia de Dynamic, la primera bebida energética made in Cornellà.

Todo comenzó en la clase de proyectos. Luis les propuso crear un producto y convertirlo en realidad. Los chicos y chicas hicieron todo el trabajo creativo y estratégico y encargaron el producto en sí a Powerdrinks, una empresa de Sant Vicenç dels Horts. Luego, ellos mismos se encargaron de comercializar la bebida y de promoverla. Lo que comenzó como un experimento se ha revelado como una gran iniciativa educativa que va a marcar tendencia en el Aprendizaje Basado en Proyectos. Ya han ganado cuatro premios a la innovación, entre ellos el #FPCAT, que premia las buenas prácticas en los centros de FP. Ahora todo son felicitaciones, pero hubo un momento en qué todo el proyecto zozobró. Hablamos de ello con Luis del Castillo, profesor de FP y Coordinador de proyectos en el Institut Esteve Terradas de Cornellà.

¿Cómo se te ocurrió esta movida?

Bueno, en dos años la asignatura de proyectos pasará de 99 horas a 250 horas. ¡Un proyecto de 250 horas! Será la asignatura más grande del ciclo. Se me ocurrió que en lugar de inventarnos proyectos con datos simulados podíamos crear un producto real. Ese es nuestro éxito, haberlo creado.

¿Por qué una bebida energética?

Podría haber sido cualquier otra cosa. El punto de partida era hacer algo nuevo, que no hubiera hecho ningún instituto. No sabíamos qué hacer y, un día, decidimos echar un vistazo a la papelera de clase, a ver qué encontrábamos. Y allí, lo que más había, eran latas de bebidas energéticas. Así que los chicos decidieron que eso es lo que querían hacer.

Una bebida energética en un instituto…

Lo sé. Pero en el proyecto no han participado estudiantes de ESO, solo los de ciclos que eran mayores de edad. Además, para motivarlos hay que hablar de cosas que les interesan realmente.

¿Hasta qué punto has tirado del carro?

Las principales decisiones las han tomado los alumnos. Fíjate que ni el nombre escogido ni la etiqueta eran mis favoritos. Eso duele un poco en el amor propio de un profesor… Pero es bueno, también para los profesores. A mí me gusta trabajar con gente joven porque así me siento más joven, pero hay un problema. Yo, cada año, soy un poco más viejo. Y ellos siempre tienen la misma edad, 19. Quizás mis gustos no son los mismos. Quizás lo que yo considero disruptivo ya no lo es. Los profesores también debemos aprender.

¿Realmente los alumnos lo han hecho todo?

Casi todo. La elaboración del producto la encargamos a una empresa de Sant Vicenç dels Horts. Y el Institut Provençana de l’Hospitalet, que cuenta con un laboratorio, nos ayudó con la fórmula y nos hizo un estudio organoléptico. El resto lo han hecho los alumnos de cinco familias diferentes de ciclos formativos: Finanzas, Asistencia a dirección, Artes gráficas, Informática…

Menos mal que ha salido bien.

Yo no pensaba que acabara siendo un éxito. De hecho, yo pensaba que el fracaso les serviría a los alumnos para aprender, porque una de las cosas que faltan en la educación es enseñar a fracasar. Todos los alumnos de finanzas creen que pueden llegar a ser grandes empresarios en empresas que durarán muchos años, pero la realidad es muy diferente.

Y todo esto, en plena pandemia.

Creo que eso se ha valorado poco al hablar de este proyecto. Lo que han conseguido los chicos en un año como este. Con la mascarilla puesta, sin poder salir a ninguna parte, trabajando desde casa en muchos momentos… Ni siquiera hemos podido hacer un picapica a lo largo del curso. Y, a pesar de todo, lo han sacado adelante.

¿Los has visto menos motivados?

Lo que he visto es que han madurado. Han seguido todas las normas. El papel y el gel hidroalcohólico se agotaban a cada momento, por lo concienciados que estaban.  Aunque hay que reconocer que a nivel académico la base no es tan buena como la que podrían haber tenido en un año sin pandemia.

He oído que eso de ser tan innovador te ha traído algún problemilla…

Sí, hubo una llamada de un alto cargo muy preocupado. Me dolió que alguien pensara que podía haber fines lucrativos. Porque jamás ha habido nada de eso. Sólo las ganas de hacer un producto real. Luego vinieron a vernos y pudimos explicárselo, y lo entendieron perfectamente.

¿De dónde han salido los fondos para Dynamic?

La fundación Barcelona FP aportó los 1.700 euros iniciales. Les convencí para que apostaran por nosotros. Ten en cuenta que la empresa elaboradora del producto quería cobrar, por supuesto. Y una parte por adelantado. Por algo es una empresa. También recibimos el asesoramiento de la red ActivaFP de la Generalitat.  Las latas las guardamos en el centro, donde pudimos, y las hemos ido vendiendo casi a precio de coste mediante la página web que pusimos en marcha. Todo el dinero ha pasado por la administración del centro.

Si hubieras pedido permiso para este proyecto, ¿qué crees que habría pasado?

No nos hubieran dejado. En realidad, muy pocos profesores se hubieran atrevido a plantearlo, por miedo. La mayoría de docentes son interinos y no quieren jugarse el trabajo por algo así. Pero, yo creo que innovar es esto. Me piden un proyecto de 250 horas. ¿Qué puedo hacer? ¿Pedirle a cada alumno un proyecto de 200 páginas con datos inventados? ¿Para qué? Lo que harán será un copiar y pegar de Internet. Lo que tengo que hacer es crear un entorno en el que puedan aprender lo que cuesta crear un producto. Y lo que cuesta hacerlo en plena pandemia.

¿A qué se deben estas reticencias?

En la Generalitat hay grandes gestores, pero muchos no han estado en un aula de FP. No han tenido clases de treinta alumnos, de diferentes procedencias, trabajando juntos en un proyecto sin apenas recursos. Yo tengo una alumna que siempre llega tarde porque es madre soltera con 22 años. Incluso algún día ha venido con el niño porque no tiene con quién dejarlo.

Hay un desajuste entre la teoría y la práctica educativa.

Sí. Tengo clases donde la mitad de los alumnos son de Marruecos, y la otra mitad latinoamericanos. ¿Cómo voy a utilizar el catalán como lengua vehicular? Yo lo hablo, claro. Y lo utilizo en clase. Pero ¿cómo puedo empatizar con chicos que han llegado hace un año, si no podemos entendernos? Y esto no sólo tiene que ver con la lengua. También con su manera de ser. Para ellos, Internet, las redes sociales, son también un lenguaje que debemos aprender los profesores.

Los jóvenes del instituto Esteve terradas han triunfado con Dynamic.

Los jóvenes del instituto Esteve terradas han triunfado con Dynamic.

¿Y ahora qué pasará con Dynamic?

La marca, el diseño, incluso el producto, están ahí por si alguna empresa quiere aprovecharlo. Nosotros no podemos, claro, porque sería competencia desleal. Pero si alguna empresa se decide, ya sabe donde estamos.

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